Lo comparto aquí porque nos habla muy directamente de nuestro lugar . Pero además, porque no pude dejar de recordarlo al leer "No más Educación con Tecnología, nota de Daniel Krichman en su estupendo blog El tilo de Olivos de la que cito:
En el discurso de los docentes iniciados
Muchos de nosotros, tomamos los argumentos del mercado (y no los de la educación) para promover el uso de la tecnología en las aulas. Usamos el discurso tecnológico para vender a nuestros pares las nuevas prácticas y nos quedamos ahí, fascinados. En el proceso de silenciamiento, hemos ido aceptando que nuestras razones no son importantes. La palabra del mercado es más pesada. Hay un Otro más autorizado que nosotros a la hora de reclamar por la creencia. El Estado está ausente en esa pulseada y no aporta el marco de referencia esperable ante semejante transformación. La educación ha extraviado los postulados de soberanía que tuvo alguna vez. Los docentes estamos por nuestra cuenta.
El resultado de esa deriva es que la brecha lingüística y cultural no deja de ensancharse. Cada docente que se pone en marcha termina aplicando su propio método. En los años que llevo trabajando para acompañar a profes de diferentes grupos etarios y formaciones a transitar los meandros de la mediación de TICs en las prácticas áulicas, los primeros tramos muestran, para casi todos, el mismo patrón de comportamiento: El docente no cree que las TICs puedan ser un recurso valioso para el aula. Hasta que las descubre. Una vez que comienza a explorar sus potencialidades, se lamenta por no haber podido acceder a ellas mucho tiempo antes. Entonces las lleva al aula. Implementa lo que cree que es más conveniente, basado en sus propias experiencias. El resultado es que nadie participa. Está sólo/a frente a sus pares, a la institución y a los alumnos. En poco tiempo más extraerá la conclusión obvia, basada en su propia experiencia: Hay que trabajar mucho más. No es para mí. Algunos, los menos, se vinculan en grupos para pensar alternativas a la nueva situación que tienen. La mayoría, de una u otra manera queda paralizada confirmando su propia profecía y alimentando la máquina de la frustración: no es para ellos.
No importa que en el camino hayamos repetido permanentemente que no se trata de trabajar más, sino de hacerlo distinto. La empresa resulta demasiado grande para un acometedor solitario. Internet es una red de máquinas. Falta construir la red humana.
Valga la asociación entre estas dos citas como homenaje al trabajo que nos tomamos, cada vez que decidimos que no es fácil y allá vamos, mejor juntos. Que tengamos un buen año, compañerxs. (Lean la nota de DanielK porque no tiene desperdicio.)