Reír o no reír… He ahí el dilema.
¿Qué es mejor para los labios,
sufrir los insultos de Citrus, ardores, lejías,
o levantarse en flores contra la lluvia de sal,
y oponerse a ella y que así cese? Jugar, crear…
Todo más; y decir así que con un trompo
damos fin a las torturas de la conciencia
y a todas las cruces, herencia de la tarde,
y decir: ven, invención, yo te deseo. Jugar, crear,
crear… ¡tornar acaso! ¡Qué difícil! Pues en el otro lado
del espejo ¿qué risas sobrevendrán
cuando despojados de las caladuras lúdicas
encontremos el silencio? He ahí la insanía
por que tan maloliente llega a ser la tristeza.
¿Pues quién podrá soportar los ahogos y nubes del llanto,
la cuchilla en la voz, el temblor de las manos,
la luna de la luz despreciada, la espera del canto,
la mirada distante de la televisión, la relectura
que la poesía sufre de quien está perdido,
cuando uno mismo tiene a su alcance la alegría
en el filo desnudo de la música? ¿Quién puede soportar
tanto? ¿Gemir tanto? ¿Llevar de la siesta un recuerdo
tan aburrido? Nadie, si no fuera ese algo tras el juego
-ese país por descubrir, de cuyos confines
ningún viajero retorna- que confunde la libertad
haciéndonos pacientes ante los retos
antes que volar hacia un miedo desconocido.
La estupidez, así, hace a todos cobardes
y, así, la verde naturaleza de la nefreganza
se entumece en las alambradas fibras del amor;
y así caballos de madera y trenes para armar
llegan a torcer su rumbo al ocultarse
para nunca volver a merecer el nombre
de la acción. Pero, máscaras… la hermosa Calesita. ¡Hermana,
en tus vueltas, jamás olvides mi dolor!
2 comentarios:
Llegó a Montañeses la exposición del museo itinerante El Galpón, que estuvo hace un tiempo en Yatay. Llevé a unos alumnos de 4 Medios que están leyendo Hamlet. Y para no cortar el clima, después les di una consigna: un monólogo de Hamlet niño jugando. Estuvieron buenísimos y me llenaron de ganas de escribir. Esta mañana, de mi teclado (ya no más pluma) salió esto que comparto con Uds y espero que disfruten.
Verónica, espectacular. A mí esa muestra me llenó de emoción y de recuerdos, de nostalgia, de una añoranza casi ajena, de tiempos no vividos pero sí narrados por otros...Igual nunca me hubiera surgido algo como lo que escribiste.
Me pareció maravilloso lo de El Galpón, el mismo viernes no paré de recomendarlo a los que sé que pueden hacer algo interesante con una muestra así, tan apasionada.
Encontré unas propagandas de juguetes antiguos que mi madrina me regaló y se las voy a pasar a Omar...
Saludos. Paula. Otra vez felicitaciones por ese teclado pluma.
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